lunes, 26 de septiembre de 2016

Charlie Bucket y la Fábrica de Chocolates, una lección de vida

Debo confesar que soy fan de Charlie Bucket, el niño de la película Willy Wonka y La Fábrica de Chocolates. 

A pesar de transitar por caminos complejos, ni él ni su familia dejaron de ser las buenas personas que son ni alteraron su perspectiva sobre la vida; de hecho me fascinó una frase que la mujer le dice a su esposo - que había perdido el empleo hace algunos días - mientras lo abrazaba: "Tranquilo, ya vendrán tiempos mejores, solo le echaré más agua a la sopa".


A pesar de contar con pocos recursos, compraron una barra de chocolate a su hijo para tratar de cumplirle el sueño de conocer la mejor fábrica del mundo, y aunque no lo lograron en ese intento, la providencia se encargó del resto.

Fue tal la ilusión en Charlie que nunca se amilanó, y por el contrario, siempre tenía una sonrisa para regalar. Incluso cuando logró lo impensable que era ganar el ticket para visitar a Willy Wonka, lo que primó en él fue el amor por su familia y la intención de ayudarlos económicamente pensando vender la opción ganada; definitivamente le darían un muy buen precio por él. Intención que solo pudo ser superada por el consejo de uno de sus abuelos recordándole que las cosas superficiales abundan y lo que realmente es invaluable son nuestros sueños (una frase muy poderosa fue: "... Imprimen dinero todos los días pero este ticket es único, solo un tonto cambiaría algo tan mundano como el dinero por algo tan especial. Charlie, eres un tonto?. - No, señor.").


Cuando finalmente debió medirse con competidores que en el papel parecían superarlo, no abandonó jamás su humildad, transparencia, buenas intenciones y como insisto, perspectiva. 
Y la vida lo recompensó.

Ama, sirve, sonríe y ve por lo que quieres sin hacerle daño a nadie, que del resto se encargan arriba. 
Buena semana!


martes, 30 de agosto de 2016

Propuesta de valor diferencial basada en hacer feliz a las personas

Una idea de negocio que siempre consideré fascinante fue Just for Laughs Gags, programa silencioso hecho en Canadá desde el año 2000, creado con el único objetivo de hacer reír al mundo. 
Pero como todo buen contador de chistes ya lo sabe, hacer la misma broma cansa; y si es así, cómo hizo esta serie para durar tanto tiempo en las pantallas de los bancos, seguros, clínicas, aviones o cualquier otro lugar donde las personas deban esperar ya sea por un servicio o durante el mismo? 



La respuesta pareciera ser simple: innovación, universalidad y simpleza (léase en el sentido positivo de la palabra). 

Impresiona los diferentes sketchs que desarrollan en cada capítulo y el tremendo despliegue realizado en escenografías, siempre buscando que en cortos periodos de tiempo logren transmitir alegría y buenas sensaciones al público que los observa. Por otro lado, el no tener sonido es una idea absolutamente fantástica ya que les permite romper la barrera del lenguaje, brindando así la posibilidad de reemplazar las palabras por un gesto que todo ser humano conoce que es sonreír; y finalmente, la propuesta de valor descansa en las manos de prácticamente los mismos actores que representan hace más de 15 años estos actos, cuidando así la calidad de las presentaciones.

Hacer negocio con buena vibra, regalando sonrisas, presentando un producto con las mejores prestaciones, sin competencia a la vista y con un potencial de despliegue en todo el mundo. Qué más se puede pedir?






Cultura organizacional orientada al servicio y las personas

Extraído de la página de la consultora en Negocios ON-Strategy:

"Si pienso en retrospectiva lo que hicimos bien, fue en nuestro proceso de planeamiento, cuando nos aseguramos de que nos divirtiéramos al trabajar juntos y que todo aquel que tuviera una buena idea quedara incluido en el proceso de toma de decisión. ¡Habíamos dado por accidente con los elementos clave de una cultura dedicada a proporcionar un gran servicio a los clientes! Resultó que la gente que labora en un ambiente amistoso que es tolerante con los errores, y que tiene poder para tomar decisiones acerca de cómo ejercer su empleo, llega a las mejores soluciones para servir a los clientes.



Cuando esté pensando en cuáles deben ser las prioridades de sus colegas en la línea de frente, recuerde que la forma como trate al cliente formará la base para su cultura corporativa. Ponga en primer lugar a su personal, escúchelos, y aplique sus ideas y sugerencias.
Porque puede estar seguro que todos los miembros de su personal ya tienen un conocimiento profundo de lo que desean sus clientes y lo que necesitan los empleados para dárselo. ¿Deben enfocarse en proporcionar soluciones hechas a la medida para cada cliente?
¿O en crear relaciones duraderas con sus clientes? ¿Acaso deben entregar rápidamente las mercancías o servicios que ofrece su compañía? Escuche cuidadosamente y encuentre la forma de dar poder a cada persona para que haga un gran trabajo. Uno de mis mentores, el finado Sir Freddie Laker, era famoso por su respuesta estándar a cualquier empleado que acudía con él para quejarse con él acerca de algo:
”¡No me traiga problemas, tráigame soluciones!” (Ciertamente nunca podría ser acusado de ser un autócrata.)
Los dueños de negocios pequeños frecuentemente encuentran difícil aprender a manejar el éxito. Cuando a una empresa le va bien, muchos ejecutivos en jefe empiezan a enfocarse únicamente en aumentar las utilidades, sin importar el costo – dejando atrás lo que originalmente hizo especial a la empresa. El fundador usualmente se muda una oficina en la esquina en el piso más alto y nunca más vuelve a pisar la fábrica o el taller. Empleados que fueron vitales para el éxito original de la compañía súbitamente se dan cuenta de que son los últimos en enterarse de lo que está ocurriendo, y su opinión deja de ser apreciada o solicitada.

Trate, en consecuencia, de que su compañía crezca a un paso cómodo y, de ser posible, involucre a sus empleados en la evolución de la empresa. Si es usted un dueño de un negocio pequeño que medita sobre una expansión, diga a todos sus empleados acerca de sus planes – incluya a todos, desde el chofer del camión hasta sus más cercanos colaboradores – y pídales su opinión. Si es posible, es mejor desarrollar los detalles del plan de expansión junto con ellos, tomando en cuenta los desafíos que enfrentarán sus empleados e incorporando mejoras que a ellos les agradaría hacer. Los ganadores, en última instancia, serán sus clientes y las utilidades."







Sir Richard Charles Nicholas Branson, magnate inglés dueño del Grupo Virgin (conglomerado compuesto por más de 360 empresas), es la personas 286 más rica del mundo y la 12 más rica del UK, y de acuerdo con la revista Forbes, posee un patrimonio neto estimado en $4,600 millones de dólares.