Michael Jordan - Autosuperación,
inspiración y mística
Hablar sobre Michael Jordan es
hablar no sólo de un ícono de alcance global sino generacional, que según
diversos especialistas cambió la historia y las reglas del baloncesto para siempre,
abriendo también nuevos mercados para la NBA, potenciando los ingresos de las
empresas que lo auspiciaban, llevando a esta disciplina y a su equipo los
Chicago Bulls hasta el último rincón del planeta, y marcando el camino de las
estrellas que surgirían detrás de él como Shaquille O´Neal, Kobe Bryant y
Lebron James.
Incluso la cadena internacional ESPN
y la revista especializada Sports Illustrated, señalan a Jordan como el atleta
más completo y admirado que ha pisado el planeta.
Pero qué hace de MJ un personaje tan
representativo, a la par de leyendas como Pelé, Muhammad Alí, Wayne Gretzky,
Michael Phelps, Bruce Lee, Roger Federer y Ussain Bolt? Acaso fueron sus
condiciones únicas las que le permitieron sobresalir por encima del resto?
O tal vez la espectacularidad que le imprimía a sus jugadas en cada una de
sus presentaciones? Algunos mencionan que estuvo en el momento y lugar
correcto, como participar en las Olimpiadas de Barcelona en 1992 con el Dream
Team o aprovechar el retiro de estrellas como Larry Bird, Magic Johnson e
Isiah Thomas para erigirse como el nuevo rey. Otros incluso aseguran que
sólo se trató de un buen deportista que gozó de mucho marketing. Realmente
fue sólo eso?
Al parecer la historia de MJ es más
rica de la que se conoce.
Permítanme contarles la historia.
Antes de 1984 – año del debut de Michael con los Bulls (escuadra con la que
ganó 6 títulos en la NBA) - el equipo de Chicago era un discreto club que nunca
había ganado un solo campeonato desde su creación en 1966; de hecho, difícilmente
lograban llenar su propio estadio e incluso los jugadores que componían aquel
roster llegaban a ser relativamente conocidos. A excepción de Orlando Wooldrige
(quién compartió camerinos con MJ durante 2 años), ningún otro miembro del
equipo había sido seleccionado al partido de las Estrellas – evento donde participan
los mejores jugadores de la NBA de cada año - en los 10 años antes de que
Jordan arribara a la liga.
Con la aparición de este escolta de
1.98 metros, no sólo llegaron las convocatorias al partido de las Estrellas,
sino que el valor de cada uno de los jugadores del club fue en aumento, ello
sin contar que las taquillas empezaron a colapsar con las ventas de todas las
localidades incluso con varias semanas de anticipación, ello sin importar si el
partido se jugase en otra ciudad diferente a Chicago. El valor de la franquicia
empezó a elevarse y los Bulls iniciaron un camino vertiginoso hacia las
posiciones de vanguardia de la liga.
Para el año 1998, los Bulls ya
poseían 6 anillos de campeonato y una admiración a escala mundial, con millones
de camisetas vendidas y contratos publicitarios por doquier. Qué estaba
sucediendo? Una sola persona puede cambiar las cosas de esa forma? Acaso un jugador,
por más talentoso que sea, puede reemplazar a los otros 4 integrantes que se encontraban
también en cancha? Dónde radicaba el éxito de este modelo?
Creemos que todo descansa sobre 3
frentes: autosuperación, inspiración y mística.
Autosuperación:
En 1978, antes de llegar al
básquetbol universitario, Michael ya había sido rechazado para integrar el
equipo colegial de Carolina del Norte. Tal como lo leen, el máximo
representante y leyenda de este deporte, no fue aceptado en la selección de su
escuela.
El coach de aquel entonces Clifton
“Pop” Herring señala que se trataba de un buen jugador (como tantos que había
visto antes) pero que le costaba demasiado jugar en defensa y su disparo a media
y larga distancia dejaba mucho que desear.
Ello, en lugar de frustrarlo, lo
apalancó para superar sus límites, haciéndose más fuerte donde ya lo era y
transformando sus defectos en poderosos atributos. Esa búsqueda de perfección y
un profundo conocimiento de sí mismo le permitió convertirse en el atleta que
todos conoceremos años después.
Ya para el año 1996, MJ había
alcanzando un porcentaje de tiros de tres puntos de casi 43% (vale decir que
era una completa amenaza desde esa distancia), desarrolló un estilo de
lanzamiento llamado “fide away” – que no era otra cosa más que un tiro
imposible de detener tomando en cuenta su capacidad de despegarse del suelo, un
nivel de asistencias para sus compañeros de 5,3 pases por partido, y acabó
siendo no sólo el segundo mejor robador de balones de la historia con 2,514
arrebatos en total sino que se convirtió en uno de los mejores taponeros en su
posición. Claramente aprendió la lección.
Inspiración:
No queda duda que sus destrezas
generaron una profunda admiración tanto de los rivales como de sus compañeros
de equipo. Esto último fue muy bien aprovechado por Michael quien lejos de acaparar
las vistas sobre él, buscaba siempre involucrar a todos los jugadores en la
dinámica de cada partido. Pero también entendió que si deseaba ganar
campeonatos, necesitaba que el resto eleve su nivel; por ello trabajaba
intensamente con cada uno en los entrenamientos de forma que ganaran una alta
especialización en lo que mejor hiciesen en el campo.
El resultado de ello fue que
convirtió a un desorientado Scottie Pippen en uno de los 50 mejores jugadores
de la historia de la NBA, al díscolo Dennis Rodman en el mejor rebotero de la
liga (y tal vez de todos los tiempos), a Toni Kukoc en el mejor jugador
extranjero de esos años y a Steve Kerr en el mejor lanzador de triples de los
Estados Unidos (muchos de sus records aún permanecen vigentes).


Era increíble ver jugar a este
equipo plagado de jugadores que muy pocos conocían de antes (era típico
escuchar cosas como “y éste de dónde salió?”, “no sabía que jugaba por
Chicago”), pero que hacían cosas impensadas. No era un grupo talentoso, lleno
de estrellas, sino una escuadra muy apasionada que seguía hasta el final lo que
MJ disponía. En el año 1996, este mismo grupo logró lo que nunca otra
franquicia alcanzó: ganar 72 partidos en una temporada regular.
Mística:
Jordan era un competidor nato, que
le imprimió un sello de imbatibilidad a estos Bulls entregándole el
protagonismo a sus compañeros, pero asumiendo el control cuando tenía que hacerlo.
Se preocupó incansablemente por implantar una filosofía de trabajo arduo y
disciplinado (él lideraba los ejercicios más complicados para demostrarle al
resto que era posible hacerlos y les inyectaba constante optimismo y
confianza), con un análisis profundo e incesante de los rivales y del equipo
propio para tratar de anticiparse a cualquier coyuntura que pudiera darse
durante los partidos, acoplado todo ello a una unión muy sólida, casi familiar.
Los mismos jugadores comentaron en
varias oportunidades que se sentían invencibles cuando saltaban a la duela, que
eran capaces de hacer cosas que nunca pensaron realizar y que eran empujados
por una energía que iba al unísono y en armonía. Bill Wennington, un ala pívot canadiense
que formó parte de Chicago entre 1994 y 1998, llegó a decir que Michael lo
hacía un mejor jugador sólo por el hecho de tenerlo cerca y que sentía que no
podía decepcionarlo.
También narra esa experiencia como
si hubiesen estado en una orquesta sinfónica en donde cada uno de ellos sabía
qué instrumento debía tocar para generar los acordes que se necesitaban.
Fueron años de gloria para tal vez
el mejor equipo de baloncesto que el mundo ha podido ver, pero como todo en la
vida en algún momento debía terminarse. Con el retiro de MJ en el 1998, los otros
equipos aprovecharon para tentar y fichar a cuánto talento podían, haciendo que
los Bulls se fragmentaran. No fue sorpresa ver que los antiguos compañeros de
Michael nunca pudieron alcanzar nuevamente el estrellato que alguna vez ganaron
con los legendarios Bulls de Chicago.
Jordan acabó siendo el atleta mejor
pagado del mundo con USD $30MM de dólares por año, sin contar los ingresos que
percibía por el uso de su nombre con marcas como Wheaties, Gatorade y por
supuesto por sus míticas Nike Air Jordan. Sobre estas 2 últimas, el efecto MJ
hizo crecer sus facturaciones en todo el orbe en más del doble. Como bien lo
decía un slogan de aquella época (“Be Like Mike”), es muy probable que luego de
leer este artículo varios quisiéramos ser como él.
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